martes, 12 de junio de 2012

JORNADA DE FORMACIÓN EN PASTORAL FAMILIAR


Los próximos días 16 (Plasencia) y 30 (Don Benito) de Junio se celebrarán dos encuentros de formación en Pastoral Familiar. Estas jornadas deben significar un hito y cimiento importante para el futuro de la Pastoral Familiar de nuestra diócesis. Para desarrollar adecuadamente esta dimensión pastoral, para evangelizar con y para las familias, para contar con buenos agentes que promuevan y sustenten esta esencial labor eclesial, para iniciar la pastoral familiar parroquial, debemos acudir a esta jornada...

Si eres párroco y te gustaría promover la pastoral familiar en tu parroquia, quieres iniciar grupos de matrimonios, necesitas agentes que se preocupen de atraer, acoger y ayudar a las familias...

         Si eres laico, padre o madre de familia, que conoces el tesoro que la misma supone para la Iglesia y quieres ponerlo en valor....

              Si eres agente pastoral comprometido en cursillos prematrimoniales u otras actividades pastorales en favor de las familias de la parroquia...

                       Si eres miembro de un movimiento matrimonial o familiar, que recibes cultivo de tu realidad matrimonial o familiar cristiana y quieres compartirlo con otros matrimonios y familias...

                              Si quieres que la Iglesia diocesana responda fielmente al mandato evangelizdor de nuestro Señor Jesucristo en la sociedad de hoy..........

¡INSCRÍBETE! ¡PARTICIPA! ¡FÓRMATE! 
¡CONTRIBUYE A DESARROLLAR LA PASTORAL FAMILIAR! 
¡AYUDA A QUE NUESTRA DIÓCESIS SEA EN VERDAD EVANGELIZADORA! 
¡CONTRIBUYE A QUE LA IGLESIA SE CONVIERTA EN VERDAD EN UNA FAMILIA DE HERMANOS!


miércoles, 6 de junio de 2012

CONVIVENCIA DE FAMILIAS EN PLASENCIA


El pasado sábado, 2 de junio, en Plasencia, en el salón de actos del Colegio La Salle,  tuvo lugar el encuentro/convivencia de familias programado con ocasión de la celebración del VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS.Fue organizado de forma conjunta por los Secretariados de Pastoral Familiar y de Pastoral Juvenil de la diócesis de Plasencia.

 Comenzamos con un canto inicial y una oración conjunta, padres e hijos,  en el salón de actos del colegio: la misma  oración invocada por todas las familias del mundo en Milán. Después de explicar a los participantes qué es un Encuentro Mundial de Familias y el programa que llevaríamos a cabo, fuimos todos a participar en los juegos populares que prepararon con gran esmero y entusiasmo los monitores de la Pastoral Juvenil.

Después de casi una hora de diversión, nos dirigimos al Salón de Actos, en el que pudimos disfrutar y recordar con la proyección del DVD que recogía los principales momentos de la participación diocesana en el Encuentro de Familias de Valencia 2006. Tras ello, escuchamos el testimonio de una familia de Plasencia, que participó, tanto en la organización como en el propio  Encuentro citado.                                                  

 A las 20:30 pudimos conectar, vía internet,  con la retransmisión en directo de la FIESTA DE LOS TESTIMONIOS ofrecida por el Santo Padre desde Milán, ante la mirada atenta de todos los asistentes. El encuentro concluyó con una oración pidiendo por la unidad de la Familia. Terminamos compartiendo un pequeño ágape.

Desde el Secretariado de Pastoral Familiar, damos las gracias al Colegio de La Salle, y en especial al Director y Hno. D. Jerónimo Novillo Aranda, por su trabajo y esfuerzo realizado, a los monitores de Pastoral Juvenil, por su tiempo y saber hacer, a Salvador y Mónica por haber compartido con nosotros su testimonio, y a todas las personas que colaboraron para que la convivencia fuera posible.

domingo, 3 de junio de 2012

VII EMF - EUCARISTÍA FINAL

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Venerados hermanos,
Ilustres autoridades,
Queridos hermanos y hermanas
Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, reunida con el Sucesor de Pedro, formada por fieles de muchas naciones. Es una imagen expresiva de la Iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles: Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 18-19). Saludo con afecto y reconocimiento al Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, y al Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, artífices principales de este VII Encuentro Mundial de las Familias, así como a sus colaboradores, a los obispos auxiliares de Milán y a todos los demás obispos. Saludo con alegría a todas las autoridades presentes. Mi abrazo cordial va dirigido sobre todo a vosotras, queridas familias. Gracias por vuestra participación.                                        
En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos ha recordado que en el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que nos une a Cristo como hermanos y como hijos nos relaciona con el Padre, de tal manera que podemos gritar: «¡Abba, Padre!» (cf. Rm 8, 15.17). En aquel momento se nos dio un germen de vida nueva, divina, que hay que desarrollar hasta su cumplimiento definitivo en la gloria celestial; hemos sido hechos miembros de la Iglesia, la familia de Dios, «sacrarium Trinitatis», según la define san Ambrosio, pueblo que, como dice el Concilio Vaticano II, aparece «unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Const. Lumen gentium, 4). La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. Estamos llamados a acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe; a vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo gozos y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorando los diferentes carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra. Más bien diría por «irradiación», con la fuerza del amor vivido.               
La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. Al principio, en efecto, «creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Creced, multiplicaos”» (Gn 1, 27-28). Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios. Queridos esposos, viviendo el matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia. Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación. Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en la debilidad. Pero también vosotros, hijos, procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor.
El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento. Queridos esposos, Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, os hace partícipes de su amor esponsal, haciéndoos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total. Si, con la fuerza que viene de la gracia del sacramento, sabéis acoger este don, renovando cada día, con fe, vuestro «sí», también vuestra familia vivirá del amor de Dios, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Queridas familias, pedid con frecuencia en la oración la ayuda de la Virgen María y de san José, para que os enseñen a acoger el amor de Dios como ellos lo acogieron. Vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el cosmos, el mundo. Ante vosotros está el testimonio de tantas familias, que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia. Vividlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica (cf. Exh. ap. Familiaris consortio, 49). Quisiera dirigir unas palabras también a los fieles que, aun compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestra dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida y cercanía.
En el libro del Génesis, Dios confía su creación a la pareja humana, para que la guarde, la cultive, la encamine según su proyecto (cf. 1,27-28; 2,15). En esta indicación de la Sagrada Escritura podemos comprender la tarea del hombre y la mujer como colaboradores de Dios para transformar el mundo, a través del trabajo, la ciencia y la técnica. El hombre y la mujer son imagen de Dios también en esta obra preciosa, que han de cumplir con el mismo amor del Creador. Vemos que, en las modernas teorías económicas, prevalece con frecuencia una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado. El proyecto de Dios y la experiencia misma muestran, sin embargo, que no es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente, carrera consumista, pobreza en las familias. Es más, la mentalidad utilitarista tiende a extenderse también a las relaciones interpersonales y familiares, reduciéndolas a simples convergencias precarias de intereses individuales y minando la solidez del tejido social.
Un último elemento. El hombre, en cuanto imagen de Dios, está también llamado al descanso y a la fiesta. El relato de la creación concluye con estas palabras: «Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró» (Gn 2,2-3). Para nosotros, cristianos, el día de fiesta es el domingo, día del Señor, pascua semanal. Es el día de la Iglesia, asamblea convocada por el Señor alrededor de la mesa de la palabra y del sacrificio eucarístico, como estamos haciendo hoy, para alimentarnos de él, entrar en su amor y vivir de su amor. Es el día del hombre y de sus valores: convivialidad, amistad, solidaridad, cultura, contacto con la naturaleza, juego, deporte. Es el día de la familia, en el que se vive juntos el sentido de la fiesta, del encuentro, del compartir, también en la participación de la santa Misa. Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios.
Familia, trabajo, fiesta: tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la paternidad y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano. A este respecto, privilegiad siempre la lógica del ser respecto a la del tener: la primera construye, la segunda termina por destruir. Es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a él y precisamente por eso «nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea “todo para todos” (1 Co 15,28)» (Enc. Deus caritas est, 18). Amén.
 
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En directo, EL VII ENCUENTRO MUNDIAL DE LAS FAMILIAS



Para seguir en directo el Encuentro Mundial de las Familias, desde la Web del Vaticano. Incluye también todos los vídeos (en italiano) de los actos del Encuentro.

                                   BENEDICTO XVI en el VII EMF



    

En la Web del Servicio Vaticano de Información puede leerse la crónica y extractos de las intervenciones del Santo Padre en el Encuentro.

                     VIS





Además de en otros sitios, en la Revista Ecclesia se pueden encontrar también pequeños videos en español y traducciones de discursos.






INDULGENCIA PLENARIA CON OCASIÓN DEL VII EMF

 PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
MILÁN
DECRETO

Se concede el don de las Indulgencias a los fieles, con ocasión del VII Encuentro mundial de las familias, que se celebra en Milán del próximo 30 de mayo al 3 de junio.
La institución familiar se celebrará en el inminente Encuentro mundial de Milán bajo el tema: «La familia: el trabajo y la fiesta», con la intención de indicar cómo conciliar lo mejor posible las exigencias de la familia con las del trabajo y de los días de fiesta, de modo especial el domingo, Pascua semanal, día del Señor y día del hombre, día de la familia y de toda la comunidad.
A fin de que los fieles se preparen espiritualmente para participar de la mejor forma en este acontecimiento, Su Santidad Benedicto XVI les concede de buen grado el don de las Indulgencias a tenor de las siguientes disposiciones, de modo que, verdaderamente arrepentidos y estimulados por la caridad, se dediquen a la santificación de la familia, siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.
Se concede la Indulgencia plenaria con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Santo Padre) a los fieles que, con el ánimo totalmente desapegado de cualquier pecado, participen devotamente en cualquier función durante dicho Encuentro mundial de las familias, así como en su solemne conclusión.
Los fieles que estén impedidos para participar en dicho acontecimiento podrán lucrar la Indulgencia plenaria, con las mismas condiciones, si, unidos espiritualmente a los fieles presentes en Milán, rezan en familia el «Padrenuestro», el «Credo» y otras oraciones piadosas para invocar de la Divina Misericordia las finalidades antes indicadas, particularmente cuando las palabras del Pontífice se transmitan por televisión y por radio.
Se concede, además, la Indulgencia parcial a los fieles cada vez que, con corazón contrito, en el tiempo indicado oren por el bien de las familias.
El presente decreto tiene validez para esta ocasión. No obstante cualquier disposición contraria.
Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 17 de mayo de 2012, solemnidad de la Ascensión del Señor.
Cardenal Manuel Monteiro de Castro
Penitenciario mayor
Gianfranco Girotti, o.f.m.conv.
Obispo titular de Meta Regente