martes, 26 de noviembre de 2013

EVANGELII GAUDIUM: Primera Exhortación Pastoral del Papa Francisco

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos, para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años.

                                         


Así comienza la primera Exhortación Apostólica del Papa Francisco, dada a conocer hoy. Efectivamente, es una alegría  la fe y lo es la misión evangelizadora recibida de Jesucristo; por ello, también el día de hoy es un día para agradecer este nuevo y esperanzador documento de la Iglesia.

En LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO, el Santo Padre recoge los trabajos del Sínodo para la Nueva Evangelización celebrado en el mes de octubre del año 2012.

El texto completo, en la web del Vaticano

La revista Ecclesia, ofrece Evangelii Gaudium en pdf.

domingo, 3 de noviembre de 2013

SÍNODO EXTRAORDINARIO SOBRE LA FAMILIA EN 2014

 
 
 
   En octubre de 2014 se celebrará el Sínodo extraordinario sobre la familia "LOS DESAFÍOS DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN"
   Según publicaba ayer, 2 de noviembre, la Agencia ZENIT, El Vaticano envió a los obispos del mundo 38 preguntas para preparar el Sínodo extraordinario sobre la Familia "Los desafíos de la familia en el contexto de la evangelización" que el papa Francisco convocó para octubre de 2014. Las respuestas deberán llegar hasta final de enero próximo, como pedido por el secretario del sínodo, Mons. Lorenzo Baldisseri.
   La misiva y las preguntas de la encuesta fueron publicadas en el sitio web del National Catholic Reporter el jueves y confirmadas por la Santa Sede el viernes.
   Según indicaron diversos medios el secretario del sínodo, el encuentro del próximo año servirá para destilar un documento preparatorio sobre la situación, mientras que el sínodo del 2015 dará las respuestas finales. 
   En el documento adjunto se explica también la modalidad de trabajo, cuya primera etapa será la asamblea extraordinaria de octubre de 2014, que deberá recopilar “los testimonios y las propuestas de los obispos”, y la segunda será el Sínodo ordinario de 2015 que tiene como objetivo “buscar líneas operativas para la pastoral de la persona humana en la familia”. 
   Describe las “problemáticas inéditas” de los últimos años, entre ellas la difusión de las parejas “de hecho”, las uniones entre personas del mismo sexo “a las que no pocas veces se consiente la adopción de hijos”, los matrimonios mixtos o interreligiosos, la familia monoparental, la difusión del fenómeno del “alquiler de vientres” y “el debilitamiento o abandono de la fe” en el sacramento del matrimonio y en el “poder terapéutico” de la confesión. 
   Asimismo, se pide a las conferencias episcopales del mundo una “urgente” atención de estos problemas. 
“Si, por ejemplo, se considera solo el hecho de que en el actual contexto muchos chicos y jóvenes, nacidos en matrimonios irregulares, podrían no ver nunca a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende cuán urgentes son los desafíos para la evangelización de la situación actual… Esta realidad tiene una singular conformidad en la vasta acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y su ternura para con las personas heridas: las expectativas consecuentes sobre las decisiones pastorales relacionadas con la familia son muy amplias”, advierte. 
   La segunda parte del documento indica en tres páginas los fundamentos bíblicos y el magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. 
   Por último, se formulan las 38 preguntas en las que se interroga sobre la difusión y la recepción de las enseñanzas de la Iglesia al respecto, sobre las dificultades para ponerlas en práctica y sobre su relación con los programas pastorales en todos los niveles. También se pide información sobre cuáles son los puntos más atacados y rechazados fuera de los ambientes eclesiales.

En los siguientes enlaces puede leerse la integridad del cuestionario:



 

domingo, 27 de octubre de 2013

PEREGRINACIÓN DE LAS FAMILIAS A ROMA - Homilía del Santo Padre Francisco


                                                       LA FAMILIA VIVE LA ALEGRÍA DE LA FE
Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.

1. La primera: La familia que ora. El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios.                                              


La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el de la vanidad.
A la luz de está Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: pero ¿Cómo se hace? Se hace como el publicano, es claro: humilde, delante de Dios. Cada uno con humildad se deja ver del Señor y le pide su bondad, que venga a nosotros. Pero, en familia, ¿Cómo se hace? Porque parece que la oración sea algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y todas las familias, tenemos necesidad de Dios: todos, todos. Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su misericordia, de su perdón. Y se requiere sencillez. Para rezar en familia se necesita sencillez. Rezar juntos el “Padrenuestro”, alrededor de la mesa, no es algo singular: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar aun el uno por el otro: el marido por la esposa, la esposa por el marido, los dos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es rezar en familia, y esto hace fuerte la familia: la oración.

2. La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental, y dice: «He conservado la fe» (2 Tm 4,7) ¿Cómo la conservó? No en una . No la escondió bajo tierra, como aquel siervo un poco perezoso. compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, «embalsamar» el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.

                                                                   

También aquí, podemos preguntar: ¿De qué manera, en familia, conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia «a la carrera», muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta «carrera» puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras. Ayer escuchamos, aquí en la plaza, el testimonio de familias misioneras. Son misioneras también en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe. Conservar la fe en familia y poner la sal y la levadura de la fe en las cosas de todos los días.

3. Y un último aspecto encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3). Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: «Alegraos siempre… el Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Me gustaría hacer una pregunta hoy. Pero que cada uno la lleve en el corazón a su casa, eh! Como una tarea a realizar. Y responda solo: ¿Hay alegría en tu casa? ¿Hay alegría en tu familia? Den ustedes la respuesta.

Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida. A la base de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios, la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Y sobre todo, un amor paciente: la paciencia es una virtud de Dios y nos enseña, en familia, a tener este amor paciente, el uno por el otro. Tener paciencia entre nosotros. Amor paciente. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.
Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret. ¡La alegría y la paz del Señor esté siempre con ustedes!.

AQUÍ, el discurso completo del Papa en la Jornada Mundial de la Familia

viernes, 3 de mayo de 2013

Se clausuró la IX SEMANA DE LA FAMILIA

La jornada de clausura de la IX Semana de la Familia se desarrolló en torno a la reflexión y profundización sobre la esencialidad de la transmisión de la fe en la familia. 

Insertamos algunas fotos de la Eucaristía final.

 
Hay documentos eclesiales básicos para iluminar esta misión de la familia cristiana. Uno de los que aborda este aspecto, bien reciente, es el Mensaje final al Pueblo de Dios del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización que, como no podía ser de otra manera, dedica uno de sus 14 números, el número 7, a la evangelización en la familia.

Ya en el nº 1 expresa que, “Como Jesús, en el pozo de Sicar, también la Iglesia siente el deber de sentarse junto a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para hacer presente al Señor en sus vidas, de modo que puedan encontrarlo, porque solo él es el agua que da la vida verdadera y eterna. Solo Jesús es capaz de leer hasta lo más profundo del corazón y desvelarnos nuestra verdad: “Me ha dicho todo lo que he hecho”, cuenta la mujer a sus vecinos. Esta palabra de anuncio -a la que se une la pregunta que abre a la fe: “¿Será Él el Cristo?”- muestra que quien ha recibido la vida nueva del encuentro con Jesús, a su vez no puede hacer menos que convertirse en anunciador de verdad y esperanza para con los demás”.

Recogemos a continuación algunos párrafos del citado número siete, en los que subrayamos varias frases cuyo contenido, tantas veces y de tantas formas expresado, no deja de ser urgente para el hoy de la evangelización.  

Los padres cristianos son los primeros y esenciales mensajeros de la nueva vida en Cristo en su
hogar. Por eso “Desde la primera evangelización la transmisión de la fe, en el transcurso de las generaciones, ha encontrado un lugar natural en la familia…A pesar de la diversidad de las situaciones geográficas, culturales y sociales, todos los obispos del Sínodo han confirmado este papel esencial de la familia en la transmisión de la fe. No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarles en la tarea educativa.
No escondemos el hecho de que hoy la familia, que se constituye con el matrimonio de un hombre y una mujer que los hace “una sola carne” (Mt 19,6) abierta a la vida, está atravesada por todas partes por factores de crisis, rodeada de modelos de vida que la penalizan, olvidada de las políticas de la sociedad, de la cual es célula fundamental, no siempre respetada en sus ritmos ni sostenida en sus esfuerzos por las propias comunidades eclesiales. Precisamente por esto, nos vemos impulsados a afirmar que tenemos que desarrollar un especial cuidado por la familia y por su misión en la sociedad y en la Iglesia, creando itinerarios específicos de acompañamiento antes y después del matrimonio…

La vida familiar es el primer lugar en el cual el Evangelio se encuentra con la vida ordinaria y muestra su capacidad de transformar las condiciones fundamentales de la existencia en el horizonte del amor. Pero no menos importante es, para el testimonio de la Iglesia, mostrar cómo esta vida en el tiempo se abre a una plenitud que va más allá de la historia de los hombres y que conduce a la comunión eterna con Dios. Jesús no se presenta a la mujer samaritana simplemente como aquel que da la vida sino como el que da la “vida eterna” (Jn 4, 14). El don de Dios que la fe hace presente, no es simplemente la promesa de unas mejores condiciones de vida en este mundo, sino el anuncio de que el sentido último de nuestra vida va más allá de este mundo y se encuentra en aquella comunión plena con Dios que esperamos en el final de los tiempos.