viernes, 30 de noviembre de 2012

AÑO DE LA FE

   Con la Carta apostólica , del 11 de octubre de 2011, el Santo Padre Benedicto XVI ha proclamado un Año de la fe, que comenzará el 11 de octubre de 2012, en el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, y concluirá el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.

Ese año será una ocasión propicia para que todos los fieles comprendan con mayor profundidad que el fundamento de la fe cristiana es «el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». Fundada en el encuentro con Jesucristo resucitado, la fe podrá ser redescubierta integralmente y en todo su esplendor.  «También en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar. Que en esta celebración del Bautismo el Señor nos conceda a todos la gracia de vivir la belleza y la alegría de ser cristianos»....

Es el comienzo de la NOTA CON INDICACIONES PASTORALES PARA EL AÑO DE LA FE de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Ciñéndonos al ámbito pastoral, será preciso tener muy en cuenta a lo largo del año las indicaciones que recoge esta Nota, y que divide en cuatro ámbitos: la Iglesia Universal, en el ámbito de las Conferencias Episcopales, en el ámbito diocesano, y finalmente en el ámbito de las parroquias, comunidades, asociaciones y movimientos.

Recogemos a continuación las diez indicaciones que realiza para este último ámbito:
 
1. En preparación al Año de la fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta apostólica Porta fidei del Santo Padre Benedicto XVI.
2. El Año de la fe «será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía».  En la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida. Todos los fieles están invitados a participar de ella en forma consciente, activa y fructuosa, para ser auténticos testigos del Señor.
3. Los sacerdotes podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para la pastoral parroquial –catequesis, predicación, preparación a los sacramentos, etc.– y proponiendo ciclos de homilías sobre la fe o algunos de sus aspectos específicos, como por ejemplo, “el encuentro con Cristo”, “los contenidos fundamentales del Credo” y “la fe y la Iglesia”.
4. Los catequistas podrán apelar aún más a la riqueza doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica y, bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar grupos de fieles en la lectura y la profundización común de este valioso instrumento, con la finalidad de crear pequeñas comunidades de fe y testimonio del Señor Jesús.
5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión y distribución del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros subsidios aptos para las familias, auténticas iglesias domésticas y lugares primarios de la transmisión de la fe. El contexto de tal difusión podría ser, por ejemplo, las bendiciones de las casas, el bautismo de adultos, las confirmaciones y los matrimonios. Esto contribuirá a confesar y profundizar la doctrina católica «en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre».
6. Será conveniente promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la vocación cristiana «por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado».
7. En este tiempo, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica son llamados a comprometerse en la nueva evangelización mediante el aporte de sus propios carismas, con una renovada adhesión al Señor Jesús, fieles al Santo Padre y a la sana doctrina.
8. Las comunidades contemplativas durante el Año de la fe dedicarán una particular atención a la oración por la renovación de la fe en el Pueblo de Dios y por un nuevo impulso en su transmisión a las jóvenes generaciones.
9. Las Asociaciones y los Movimientos eclesiales están invitados a hacerse promotores de iniciativas específicas que, mediante la contribución del propio carisma y en colaboración con los pastores locales, se incorporen al gran evento del Año de la fe. Las nuevas Comunidades y Movimientos eclesiales, en modo creativo y generoso, encontrarán los medios más eficaces para ofrecer su testimonio de fe al servicio de la Iglesia.
10. Todos los fieles, llamados a reavivar el don de  la fe, tratarán de comunicar su propia experiencia de fe y caridad, dialogando con sus hermanos y hermanas, incluso de otras confesiones cristianas, sin dejar de lado a los creyentes de otras religiones y a los que no creen o son indiferentes. Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie de misión entre las personas con quienes viven y trabajan, conscientes de haber «recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos»

lunes, 12 de noviembre de 2012

CAMINO DE LA VIDA ESPIRITUAL EN PAREJA





Uno de los objetivos que nos marcamos al iniciar la vida de este blog fue la de compartir recursos que nos encontrásemos en este amplio campo de Internet.
En este caso no solo está en Internet, sino que las parejas que dirigimos o estamos un poco comprometidos en la Pastoral Familiar de nuestra diócesis lo tenemos en casa para el cultivo de nuestra vida cristiana en pareja. 
Nos proponemos con esta entrada dar acceso al tema de estudio que para el presente curso van a manejar los Equipos de Nuestra Señora (en abreviatura ENS) en España. Lleva por título el de 
 

  Este tema de estudio ha sido propuesto por el Equipo Responsable Internacional de los ENS como continuación de la experiencia vivida en el XI Encuentro Internacional de Brasilia del año pasado.
Para “Atrevernos a vivir el Evangelio” debemos fortalecer nuestra unión con Jesús. Se trata de crear en los matrimonios una auténtica unión con Cristo, que nos lleve a vivir nuestra vocación y misión, nuestro carisma, de una manera madura y comprometida.
El recorrido arranca de un primer paso que es llenarse del amor de Cristo. El tema mira a nuestra propia conversión como personas y como matrimonios y responde plenamente a la pregunta que el Señor nos hace: “¿Que buscáis?”. Él espera cada día nuestra respuesta. 
 Se ha propuesto a los matrimonios como lema para este curso “Busquemos juntos a Dios”. Es necesario volver a la fuente, y como nos dice el Papa Benedicto XVI, “recomenzar a partir de Dios”.
Hay que recuperar la ilusión y las ganas del encuentro con el Señor, de ser de nuevo marido y mujer, la unión de dos “Buscadores de Dios”. Este tema de Estudio sobre la Espiritualidad Conyugal nos une también a la Iglesia que dedicará este año a la Fé, y nos traerá la exigencia de redescubrir el camino para vivir con entusiasmo renovado el encuentro con Cristo, juntos, en Matrimonio.

 Estamos seguros que puede resultar provechoso para cualquier otro grupo de matrimonios, esté o no vinculado a algún movimiento.

sábado, 10 de noviembre de 2012

DECALOGO DE LA TRANSMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA



En la página web de la Diócesis de MALAGA  encontramos el siguiente contenido que compartimos con nuestros lectores, firmado por Fernando del Castillo, su delegado de Pastoral Familiar.

1. La familia que profesa, proclama y vive la fe, la transmite, “engendrando” la fe en sus hijos. Para transmitir la fe es necesario vivirla, dejar que la fe impregne el corazón de la vida familiar. 

2. Es una responsabilidad de los padres que no se puede delegar. La familia es sujeto y protagonista de la transmisión de la fe: «Los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe» LG 11. 

3. Es fundamental que los padres se quieran y que los hijos sepan que se quieren, experimentar que los padres se quieren es la base para crear un clima de confianza y de apertura a la fe. Se educa en la fe a través de la propia convivencia. No se transmiten ideas sino vida de fe, una forma de vivir siguiendo a Jesucristo. Lo que se vive, se transmite.

4. Aprender a vivir la fe en la vida diaria, en las experiencias cotidianas, uniendo fe y vida, el trabajo, el estudio y la oración; el amor, el afecto y la gratuidad en la ayuda a los demás. «Cuando la familia no se cierra en sí misma, los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada», Benedicto XVI. 

5. Coherencia entre lo que se dice y lo que se pide a los hijos, y lo que hacemos. 

6. Transmitir con alegría la fe, con convicción y gozo. «Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, no lo esconderemos a nuestros hijos, para que ellos puedan contarlo a los que vendrán: son las gestas gloriosas del Señor, su poder y sus prodigios. Él hizo Alianza con su pueblo, dio una Ley a los hijos de Israel», Salmo 78,3. 

7. Orar en familia, rezar juntos. «La familia que reza unida, permanece unida» porque orando se recupera la capacidad para amar y  para perdonar. «La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a rezar a sus hijos y rezan con ellos», Benedicto XVI. 

8. «Crear un ambiente familiar animado por el amor y por la piedad hacia Dios y hacia los hombres» (Gravissimum educationis 3). La familia es el lugar donde los hijos descubren su vocación, donde se configura la identidad personal. La vocación al amor encuentra en la familia que vive la fe el cauce humano para construir la verdadera identidad.

9. Cada etapa necesita un acompañamiento especial y distinto; ayudar en el proceso de crecimiento en la fe hasta lograr una fe personalizada. 

10. Los padres acompañan a los hijos en el camino de la fe y la familia se deja acompañar por la comunidad cristiana. Integrarnos en la comunidad parroquial, celebrando el domingo, el día del Señor.