jueves, 31 de diciembre de 2009

Jornada de la Familia

Si hay una fecha importante para celebrar y reflexionar sobre la realidad de la familia, esa es sin duda la festividad de la Sagrada Familia , también dedicada a la Jornada de la Familia y la Vida. Conscientes de su trascendencia, nuestros pastores suelen aprovechar esta jornada para dedicar su carta pastoral por Navidad a proponer y proclamar el evangelio permanente de la familia. Así lo ha hecho nuestro obispo Don Amadeo, que en su carta ”Familia, quiérete a ti misma”, concluye con el siguiente párrafo:



…”Querida familia, aunque algunos no te quieren, quiérete a ti misma; sé lo que eres. Ya sabes que la Iglesia católica te quiere y te valora mucho; te quiere por lo que eres y por lo que haces. Y es precisamente porque los católicos te queremos, por lo que he escrito sobre ti una vez más; del mismo modo que escriben otros obispos. En esta ocasión lo he hecho para recordar las razones fundamentales por las que hay que valorarte. Como has podido leer, no he usado argumentos de carácter religioso, porque deseo que todos comprendan, con independencia del credo que profesen, que eres una institución natural y que tienes un servicio muy importante en la sociedad. Pero no te oculto que, al escribir, os he tenido en el pensamiento y el corazón a todas las familias cristianas de esta querida diócesis de Plasencia, y que es desde vosotros, desde vuestro
testimonio, desde donde he querido animar a todas las familias, que lleguen a leerme, a que se quieran a sí mismas, a que se defiendan y a que se muestren en sus valores, aunque se lo pongan muy difícil. Feliz Navidad a todos”.


Nos parece oportuno traer a este espacio varios enlaces hacia las cartas pastorales de algunos obispos de otras diócesis, para contribuir en nuestra pequeña medida a la continua proclamación del evangelio de la familia y la vida.

Carta de Mons. Josep Angel Saiz Meneses – Obispo de Terrassa
Carta de Mons. Francisco Gil Hellín – Arzobispo de Burgos
Carta de Mons. Juan José Asenjo Pelegrina – Administrador apostólico de Córdoba
Carta de Mons. Adolfo González Montes – Obispo de Almería
Carta de Mons. Vicente Jiménez Zamora - Obispo de Santander
Carta de Mon. José Sánchez González – Obispo de Sigüenza-Guadalajara

Para leer cartas de fechas anteriores, en la página de la CEE pueden encontrarse sobre "Familia y Vida" y otros temas.

lunes, 28 de diciembre de 2009

JORNADA DE LA FAMILIA

Sin duda constituye todo un éxito de organización, asistencia y testimonio la celebración de la Eucaristía de la Sagrada Familia en la plaza de Lima de Madrid. Pero esta jornada se celebra también con intensidad y preparación por todas las diócesis de España, en sus parroquias y arciprestazgos.

Así ha sucedido en las parroquias de nuestra diócesis. En el arciprestazgo de Plasencia, la Eucaristía tuvo lugar en la parroquia de San Esteban y fue preparada por el Equipo de Pastoral Familiar del Arciprestazgo. Presidió la celebración D. Victoriano Ruiz Sánchez-Porro, vicario parroquial de San Esteban y consiliario de ese equipo y concelebró el  párroco D. Valerio Galayo López. Hubo participación de familias completas, y los cantos los animaron el coro parroquial y el coro de los Equipos de Nuestra Señora.A continuación, transcribimos las notas para la homilía pronunciada por D. Victoriano.

EN LA LIBERTAD Y EN LA VOCACIÓN AL AMOR

Hijo ¿Por qué nos has tratado así? (...)¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre”? El cuadro del evangelio nos trae la imagen de la Sagrada Familia: Jesús, hijo único de Dios, concebido por el Espíritu Santo, nace hijo de María y es recibido paternalmente por José a quien se le confía los cuidados y responsabilidad de la paternidad humana.



En la Sagrada Familia vemos el ejemplo del crecimiento de Jesús en huma-nidad y en la experiencia humana de la religiosidad. Jesús vuelve con José y María a Nazaret, estaba bajo su autoridad e iba creciendo ante Dios y ante los hombres.

Confiado a la responsabilidad de sus padres y, guiado por su autoridad, Jesús iba creciendo entre la obediencia y la progresiva autonomía hasta la adulta libertad y entrega al amor. En los rasgos humanos de Jesús, tan vivamente adornados de bondad y de virtud,  se ponen de manifiesto el ejercicio de libertad por parte de Jesús configurando su carácter y el ejemplo y cuidado de sus padres para dejar en El la semilla necesaria con la que luego pudiera vivir su misión de Buena Noticia de Amor de Dios a los hombres.

Así también la familia cristiana está llamada al cuidado de la educación de sus hijos. En ella reciben los hijos la educación humana en que descubran la autonomía de una libertad que se orienta al bien y de una vida orientada por la vocación al amor. Es misión de la familia cristiana iniciar en la experiencia fundamental del ser amados. Y a partir de esa experiencia ir guiando progresivamente para que cada uno descubra su personal camino hacia el bien y el amor y adquieran las virtudes que formen su carácter e inclinen permanentemente su libertad a la bondad.

Es igualmente misión de la familia cristiana y tarea insustituible de los padres la educación en la fe. Son ellos los primeros transmisores de la fe, son los custodios del crecimiento de la vida recibida en el bautismo. Con el ejemplo, con la oración, con la palabra oportuna y la reflexión en los acontecimientos de la vida, con la participación en los sacramentos, con la colaboración activa en la formación religiosa de las parroquias y colegios.

Que la Sagrada Familia guíe a las familias cristianas. Que los padres no renuncien a su derecho y deber de educadores cuando cualquier otra instancia social quiera suplantarlos en esta misión. Que reciban de la sociedad, de la Iglesia toda la ayuda que necesiten. Que puedan alegrarse de que, como Jesús, los hijos crecen en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.

POR LA FAMILIA CRISTIANA

«¡El futuro de Europa pasa por vosotras, queridas familias cristianas!», fue una de las frases de la homilía que el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela dirigió a los asistentes  a la multitudinaria Eucaristía que se celebró en la Jornada de la Familia, festividad de la Sagrada Familia, en la plaza de Lima de Madrid.

Información completa de este acontecimiento puede encontrarse en la web Por la familia cristiana

A continuación,  transcribimos el mensaje que envió  el Papa Benedicto XVI:

"Saludo cordialmente a los pastores y fieles congregados en Madrid para celebrar con gozo la Sagrada Familia de Nazaret.
¿Cómo no recordar el verdadero significado de esta fiesta? Dios, habiendo venido al mundo en el seno de una familia, manifiesta que esta institución es camino seguro para encontrarlo y conocerlo, así como un llamamiento permanente a trabajar por la unidad de todos en torno al amor. De ahí que uno de los mayores servicios que los cristianos podemos prestar a nuestros semejantes es ofrecerles nuestro testimonio sereno y firme de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, salvaguardándola y promoviéndola, pues ella es de suma importancia para el presente y el futuro de la humanidad. En efecto, la familia es la mejor escuela donde se aprende a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los pueblos. También en ella se comparten las penas y las alegrías, sintiéndose todos arropados por el cariño que reina en casa por el mero hecho de ser miembros de la misma familia.

Pido a Dios que en vuestros hogares se respire siempre ese amor de total entrega y fidelidad que Jesús trajo al mundo con su nacimiento, alimentándolo y fortaleciéndolo con la oración cotidiana, la práctica constante de las virtudes, la recíproca comprensión y el respeto mutuo.

Os animo, pues, a que, confiando en la materna intercesión de María Santísima, Reina de las Familias, y en la poderosa protección de San José, su esposo, os dediquéis sin descanso a esta hermosa misión que el Señor ha puesto en vuestras manos. Contad además con mi cercanía y afecto, y os ruego que llevéis un saludo muy especial del Papa a vuestros seres queridos más necesitados o que se encuentran en dificultad.
Os bendigo a todos de corazón.

martes, 22 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD


Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada...

El ángel les dijo:

...No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

jueves, 17 de diciembre de 2009

JORNADA DE LA FAMILIA


Próxima la Navidad, la celebración gozosa del nacimiento del Hijo de Dios, que trae salvación, sentido y plenitud a la existencia, la liturgia fija nuestra mirada en el portal del Belén, en el hogar santo que acogió en su seno y nos ofreció al Salvador. El domingo 27 de diciembre, festividad de la Sagrada Familia, la Iglesia en España celebra también la Jornada de la Familia.


La familia, nacida del proyecto de amor del Padre a la humanidad, desarrolla una misión tan valiosa que es siempre buena noticia para el mundo. Dentro de la variedad de aspectos y tareas que integra su ser “comunidad de vida y amor”, este año nos fijamos en su labor educadora, bajo el lema de “Crecer en familia. Los padres: primeros maestros y testigos de la fe”.

En un tiempo como el actual, de graves dificultades y problemas en la educación que diversas instancias ponen de manifiesto, es preciso afirmar y defender la labor educativa de las familias. La familia educa en modo propio y con una eficacia tal que la convierte en escuela primaria e insustituible de humanidad y de vida cristiana. Educa en un clima de amor y de confianza, con el ejemplo y el testimonio, con la experiencia vivida y el ejercicio cotidianos. Los padres necesitan cercanía, aliento y ayuda en esta difícil misión, lo que debemos procurar ofrecerles en nuestras parroquias.
 En la página web de la Conferencia Episcopal Española están los materiales para preparar la Jornada:  

 Nota de los Obispos 
 Cartel  
 Subsidio litúrgico para la Eucaristía
Tríptico para orar en familia 
Oración por la familia

domingo, 13 de diciembre de 2009

SÍ, QUIERO

La expresión “sí, quiero” la asociamos inmediatamente al momento del consentimiento matrimonial. Pero hay antes mucha historia de salvación, que lo hace posible. Nuestra vida cristiana procede también de un “Sí”. Pero de uno que precede a nuestra respuesta al Dios que nos ha llamado a participar de su vida y ser felices. Es el “Sí, quiero” original del Padre Creador.

“Sí, quiero” de Dios

Todas las cosas provienen de la voluntad creadora de Dios. El Padre pronunció el “hágase” primigenio y surgió todo, que era “muy bueno”. Antes, nos cuenta el Génesis, el mundo era un caos. Y en la cumbre de la creación puso al hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza, para vivir en comunión con Él. Pero se interpuso el rechazo de la humanidad.

“Sí, quiero” de Jesucristo

Pronto vamos a celebrar el nacimiento del Hijo de Dios. Con Él nos ha llegado el corazón del Padre, en Él hemos conocido el amor por el que nos creó y al que nos destinó. Toda su vida fue un sí a la voluntad del Padre, hasta el momento culminante de entregarse en la Cruz. Por eso, Dios lo resucitó de entre los muertos y le otorgó la gloria, la “alegría” definitiva. En la carta a los Hebreos leemos: “Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”.

“Sí, quiero” de María

La Encarnación del Hijo de Dios se hizo posible porque María pronunció su sí: “Aquí está la esclava de del Señor. Hágase en mí según tu palabra”. Desde que sabe que ha engendrado un hijo, estuvo totalmente al servicio de esta misión. “Alégrate…”, le dijo el Ángel, y ella, desde su posición de “esclava del Señor”, pronunció su “sí, quiero”.

“Sí, quiero” de los cristianos

El ser cristiano procede de una vocación primera. Dios nos ha amado (cfr. 1 Jn 4, 9-10) y nos ha llamado a ser sus hijos. “El nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo…” (Ef. 1, 4). Toda vocación en la vida cristiana pide el mismo sí, la disposición pronta y plena a poner la propia vida al servicio del Reino de Dios. Primero recibimos el “Alégrate…” igual que María. Luego viene nuestra respuesta.

“Sí, quiero” de los esposos

En el Sacramento del matrimonio los esposos, llamados a formar la comunión querida por Dios desde el principio, se dan el “sí, quiero”. Pero no sólo entre sí. En el sacramento, se lo dan a Dios, a Jesucristo que los incorpora a su mismo “sí”, a su ofrenda eterna al Padre. Por eso, su amor queda santificado y fecundado para siempre. Este “sí”, recibe además la misión de mostrar al mundo el “sí, quiero”, “sí, os quiero” de Dios a la humanidad, de Jesucristo a su Iglesia.

“Sí, quiero”, y la felicidad del hombre se hizo, para siempre. Hoy domingo de la alegría, caminamos hacia la Navidad, preparando nuestro “sí, quiero”, ante el portal de Belén.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Legislación contra la vida

Recientemente, un medio de comunicación de España criticaba la posición de la Iglesia sobre el aborto, apuntando con falsedad que no era la misma con los gobiernos de uno y otro signo. La Oficina de Información de la CEE envió una carta pidiendo rectificación, lo que nunca se produjo. En esta carta, se decía que "Los obispos españoles no han dejado nunca de recordar que toda vida humana debe ser respetada como sagrada desde la concepción hasta la muerte natural. Son muchos los documentos y declaraciones a favor de la vida que pueden citarse a este respecto, pero valga de ejemplo la Nota de la Comisión Permanente, de 17 de febrero de 2000, cuando no gobernaba en España el Partido Socialista. En ella se afirma que la legislación vigente en ese momento sobre el aborto era “gravemente injusta” y que debía “ser abolida”.

Estamos conociendo en estos días con estupor y dolor  la tramitación que se produce en el Congreso de la nueva ley despenalizadora del aborto, la llamada «Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo». Vemos quiénes intervienen, las posturas de los distintos partidos, la negoaciación que realizan, la contraprestación que permite los apoyos, sus reacciones, sus argumentaciones...Y, como  última novedad, una mayor radicalización y empeoramiento (sobre la posibilidad de objetar, sobre el adoctrinamiento sexual que establece, por  la separación de las menores de la ayuda y consejo de sus padres...) de un proyecto desastroso y de previsibles consecuencias nefastas que no tardaremos en comprobar.

No pretendemos recoger aquí su devenir parlamentario, que estará llenando de tristeza el corazón de toda persona sensible al valor de la vida humana. Pero sí queremos dar aquí espacio a la Declaración que la Comisión Permanente de la CEE realizó este año, con un análisis serio y bien argumentado de ese "injusto" proyecto legislativo.

martes, 8 de diciembre de 2009

ESCUELA DE PADRES

La educación de los hijos, la formación de personas libres, responsables, con criterios morales, preparados para integrarse de forma constructiva en la sociedad, es la mayor tarea que nos corresponde a los padres. Es una labor original y primaria, participación en la misma obra creadora de Dios.

Ahora bien, la educación no es labor única de los padres, sino que tiene una dimensión social que exige la colaboración de otras instancias educativas. Los padres deben continuar su labor en colaboración con ellas, principalmente con la escuela. Harán bien en asumir responsablemente el acompañamiento educativo de sus hijos en el colegio, participar en las asociaciones de padres, colaborar en la mejora de los medios y condiciones educativos para sus hijos.

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Y deberán formarse ellos mismos. Porque la labor educativa no es fácil. En muchas ocasiones, a los padres les resulta difícil situarse en su papel educador, o se encuentran indefensos ante los problemas que la educación presenta en la sociedad actual.

Para atender a esta necesidad, en el curso 2006-2007 se inició un proyecto de escuela de padres compartido por los seis colegios católicos de la ciudad de Plasencia (San Calixto, La Salle, San José, Santísima Trinidad, Escuela-Hogar y Madre Matilde) y con la colaboración de los Secretariados diocesanos de Pastoral Familiar y de Enseñanza. Aun con la natural inquietud del resultado de la iniciativa, se asumían los siguientes objetivos:

- Crear un cauce de formación, revisión y aprendizaje para los padres en los temas relacionados con la educación de sus hijos.

- Potenciar la comunicación de las familias y compartir sus inquietudes, problemas y aspiraciones, para ayudarse en el proceso educativo de los hijos.

Durante los dos primeros cursos se desarrolló un modelo de escuela de padres abierto, que ofrecía cinco sesiones formativas en el curso referidas a diversos aspectos educativos de interés para los padres.

La valoración general del desarrollo durante estos dos años ha sido positiva, por la calidad de las ponencias ofrecidas y por la asistencia lograda. Sin embargo, para el tercer curso se vio la necesidad de dar pasos hacia una escuela más exigente, que procurara la participación fiel y activa de los padres, que posibilitara la reflexión conjunta, el compartir experiencias y el aprendizaje práctico. Con esta configuración se desarrolló durante el curso pasado, en que la escuela fue dirigida por una persona profesional, con buena preparación y experiencia, la psicóloga Mercedes Castro.

Este proyecto continúa durante este su cuarto curso. Algunas dificultades familiares han impedido su inicio en el mes de Octubre, por lo que las sesiones de formación se desarrollarán en el segundo y tercer trimestres. No obstante, se tendrá una sesión abierta que se celebrará el Jueves 10 de diciembre, en el lugar habitual: salón multimedia de la Residencia de Estudiantes del Complejo Educativo de Plasencia, a las ocho de la tarde. La impartirá un profesor, orientador escolar y familiar, que ofrece gratuitamente la Editorial Edebé, D. Manuel Borrego Rivas, y versará sobre “los amigos de nuestros hijos”.

A LA INMACULADA

Dios te salve María,
Por la luz de la luz transfigurada.
Dios te llena y te guía
Y el fruto de tu vientre en tu mirada.
Dios te salvó, María.
Te llenó de su fuerza complaciente,
como el fuego del sol llena la aurora,
como el agua la fuente.
Maduró con su luz y su ternura
El fruto de tu amor y de tu vientre.
Santa María,
hija del pueblo,
madre paciente,
fiel, generosa,
pobre y rebelde...
Miranos peregrinos, vacilantes,
cultivando este viejo paraíso,
caminando hacia tu cielo lentamente.
No queremos cansarnos de este mundo,
ni buscamos un refugio celeste.
Pero tú no te canses
de mostrarnos la meta, los caminos,
ahora y siempre.
(V.M. Arbeola)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Familia, primera educadora (3)

En un post anterior hemos traído a consideración la Carta del Papa Benedicto XVI de 21.01.2008 en la que se refiere a la crisis de la misión educativa y habla de “emergencia educativa”, que tiene diferentes causas (relativismo cultural, inadecuación de la escuela, dificultad para conciliar vida familiar y trabajo, la abdicación de la responsabilidad educativa, la prolongada ausencia de la figura paterna, las separaciones y divorcios…) y nefastas consecuencias (degradación ética y disgregación social).

Desde este espacio dedicado a la familia, conscientes de la trascendencia de esta cuestión, continuamos nuestra aportación recogiendo algunos párrafos de una conferencia impartida por el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el Cardenal Ennio Antonelli, en Salamanca el 17 de marzo de este año, sobre la misión procredora y educativa de la familia.

Después de repasar el difícil contexto cultural y social actual y la crisis de identidad, procreadora y educativa de la familia, se refiere a la familia en su identidad de “comunidad de vida y amor”, según expresión de Juan Pablo II. Dice que “la familia actúa en sí misma y pone en la sociedad la lógica del amor, que es deseo y don al mismo tiempo, una lógica muy diferente de la lógica utilitarista del mercado… En la familia las personas son amadas por sí mismas”. En la familia “se concilian libertad y solidaridad, el bien de cada uno y el bien común”.

“La dinámica del amor va más allá de la generación de los hijos y se prolonga en su educación. La familia educa en modo propio y con una eficacia tal que la convierte en escuela primaria e insustituible de humanidad y de vida cristiana. Educa en un clima de amor y de confianza, con el ejemplo y el testimonio, con la experiencia vivida y el ejercicio cotidiano. Por ello los valores y las normas éticas, el evangelio y la fe cristiana no se quedan en enseñanzas teóricas; no son padecidas como imposiciones desde el exterior; sino que se interiorizan y asimilan como exigencias de vida y de crecimiento auténtico”

Continúa diciendo que “la dinámica del amor-comunión alimenta en todos los miembros de la familia, especialmente en los hijos, las virtudes personales, sociales y cristianas…” Asimismo, que “Todos los miembros de la familia contribuyen a favorecer la maduración de las virtudes humanas y cristianas; pero es peculiar la responsabilidad de los padres. Una buena relación educativa comporta ternura y afecto, racionalidad y autoridad…” Y continúa indicando algunas actitudes y comportamientos necesarios en los padres para dar respuesta a la vocación educativa que corresponde a la familia.

Recomendamos la lectura completa de esta intervención del Cardenal en la Universidad Pontificia de Salamanca en una Jornada sobre la Instrucción Dignitas personae. Más adelante volveremos sobre alguna otra cuestión importante que recoge. Como dice al final de su conferencia, “el futuro de la Iglesia y de la sociedad pasa por la familia”.

sábado, 5 de diciembre de 2009

EL CRUCIFIJO, EN NUESTRA IDENTIDAD

La existencia cristiana crece y se realiza a través de cada momento y situación que la vida presenta. Tiene una meta clara y sabe qué la mantiene en camino. No vive de la simple reacción a los acontecimientos, sino que discierne lo que ocurre para aprovechar lo bueno y prevenirse de lo malo. Está y se desarrolla en toda la amplitud de circunstancias vitales, ahí encuentra su sentido y, consciente de su ser misionero, intenta ser levadura que fermenta la masa. Valga este párrafo para introducir el comentario que nos suscita la última y polémica iniciativa del partido en el gobierno: la propuesta de retirar los crucifijos de los colegios.

Antes que nada, se impone cantar la alegría de la presencia del Espíritu que nos anima, nos vincula en comunión, nos da fuerza, nos transforma y proyecta hacia el entorno y los hermanos, y nos hace la Iglesia de Jesús. Es el Espíritu que nos permite descubrir a Dios en la historia y seguir tras Él, a pesar de los contratiempos, que nunca faltarán, y que nos hace felices.

Pero no obsta para manifestar nuestro lamento y dolor por una propuesta que evidencia una forma de entender el ejercicio del poder que, en lugar de la fidelidad a su razón de ser, el servicio de los ciudadanos, decide situarse “a la contra”. Y así, en vez de atender y permitir que la sociedad civil crezca y se desarrolle en la forma en que mejor entienda la existencia, se dedica a ponerle trabas según le dicta su falseada y anacrónica concepción de la libertad y la igualdad. Es precisamente
esa libertad de los ciudadanos la que parece quererse acorralar.

Se podrían aducir un buen número de argumentos para mostrar el enorme error de la propuesta. Sabemos que otros piensan lo contrario. Pero no es cierto el punto de partida de que el crucifijo ofende. Es un símbolo del amor, de la entrega y del perdón. Y es una presencia y significación enraizada en nuestra identidad europea y española. Está por todas partes. Su eliminación en los colegios, no acarrea ningún bien, sino que priva de él. Los casos tan sonados y realmente excepcionales de oposición que conocemos, no hacen sino confirmar aquella regla. ¿A qué viene, pues, esta provocación cuando los problemas de la sociedad española son otros, cuando estamos lamentando precisamente la ausencia de valores esenciales? Resultaría casi patética esta obsesión anticristiana, sino fuera porque hemos de estar en guardia para lo que pueda venir detrás.

Decíamos que la maravilla de nuestro ser cristiano, el que nos permitió el nacimiento de Jesús que pronto celebraremos, no se alimenta de reacciones ni confrontaciones, sino del Espíritu que le da vida. Pero debe hacerlo bien consciente del terreno que pisa, y de la “Vida” que lo anima. Al cristiano le corresponde desarrollar una existencia cristiana más auténtica, más alegre, y más misionera. Tenemos la bendita misión de, a través de nuestras “vasijas de barro”, hacer visible a Dios entre los hombres y mostrar el tesoro que es nuestra fe.

Ahora bien, dado el gran valor que tienen los símbolos, usémoslos, allí donde “vivimos”, en casa y fuera de ella. Pertenecen a nuestra identidad. Sobre todo las familias, deberíamos valorar la presencia en diferentes lugar de la casa de imágenes y símbolos que nos recuerden al Señor, que susciten nuestra oración y que ayuden a nuestros hijos a incorporar con naturalidad la fe de los padres.