lunes, 7 de diciembre de 2009

Familia, primera educadora (3)

En un post anterior hemos traído a consideración la Carta del Papa Benedicto XVI de 21.01.2008 en la que se refiere a la crisis de la misión educativa y habla de “emergencia educativa”, que tiene diferentes causas (relativismo cultural, inadecuación de la escuela, dificultad para conciliar vida familiar y trabajo, la abdicación de la responsabilidad educativa, la prolongada ausencia de la figura paterna, las separaciones y divorcios…) y nefastas consecuencias (degradación ética y disgregación social).

Desde este espacio dedicado a la familia, conscientes de la trascendencia de esta cuestión, continuamos nuestra aportación recogiendo algunos párrafos de una conferencia impartida por el Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el Cardenal Ennio Antonelli, en Salamanca el 17 de marzo de este año, sobre la misión procredora y educativa de la familia.

Después de repasar el difícil contexto cultural y social actual y la crisis de identidad, procreadora y educativa de la familia, se refiere a la familia en su identidad de “comunidad de vida y amor”, según expresión de Juan Pablo II. Dice que “la familia actúa en sí misma y pone en la sociedad la lógica del amor, que es deseo y don al mismo tiempo, una lógica muy diferente de la lógica utilitarista del mercado… En la familia las personas son amadas por sí mismas”. En la familia “se concilian libertad y solidaridad, el bien de cada uno y el bien común”.

“La dinámica del amor va más allá de la generación de los hijos y se prolonga en su educación. La familia educa en modo propio y con una eficacia tal que la convierte en escuela primaria e insustituible de humanidad y de vida cristiana. Educa en un clima de amor y de confianza, con el ejemplo y el testimonio, con la experiencia vivida y el ejercicio cotidiano. Por ello los valores y las normas éticas, el evangelio y la fe cristiana no se quedan en enseñanzas teóricas; no son padecidas como imposiciones desde el exterior; sino que se interiorizan y asimilan como exigencias de vida y de crecimiento auténtico”

Continúa diciendo que “la dinámica del amor-comunión alimenta en todos los miembros de la familia, especialmente en los hijos, las virtudes personales, sociales y cristianas…” Asimismo, que “Todos los miembros de la familia contribuyen a favorecer la maduración de las virtudes humanas y cristianas; pero es peculiar la responsabilidad de los padres. Una buena relación educativa comporta ternura y afecto, racionalidad y autoridad…” Y continúa indicando algunas actitudes y comportamientos necesarios en los padres para dar respuesta a la vocación educativa que corresponde a la familia.

Recomendamos la lectura completa de esta intervención del Cardenal en la Universidad Pontificia de Salamanca en una Jornada sobre la Instrucción Dignitas personae. Más adelante volveremos sobre alguna otra cuestión importante que recoge. Como dice al final de su conferencia, “el futuro de la Iglesia y de la sociedad pasa por la familia”.

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