lunes, 28 de diciembre de 2009

JORNADA DE LA FAMILIA

Sin duda constituye todo un éxito de organización, asistencia y testimonio la celebración de la Eucaristía de la Sagrada Familia en la plaza de Lima de Madrid. Pero esta jornada se celebra también con intensidad y preparación por todas las diócesis de España, en sus parroquias y arciprestazgos.

Así ha sucedido en las parroquias de nuestra diócesis. En el arciprestazgo de Plasencia, la Eucaristía tuvo lugar en la parroquia de San Esteban y fue preparada por el Equipo de Pastoral Familiar del Arciprestazgo. Presidió la celebración D. Victoriano Ruiz Sánchez-Porro, vicario parroquial de San Esteban y consiliario de ese equipo y concelebró el  párroco D. Valerio Galayo López. Hubo participación de familias completas, y los cantos los animaron el coro parroquial y el coro de los Equipos de Nuestra Señora.A continuación, transcribimos las notas para la homilía pronunciada por D. Victoriano.

EN LA LIBERTAD Y EN LA VOCACIÓN AL AMOR

Hijo ¿Por qué nos has tratado así? (...)¿No sabíais que tenía que estar en la casa de mi Padre”? El cuadro del evangelio nos trae la imagen de la Sagrada Familia: Jesús, hijo único de Dios, concebido por el Espíritu Santo, nace hijo de María y es recibido paternalmente por José a quien se le confía los cuidados y responsabilidad de la paternidad humana.



En la Sagrada Familia vemos el ejemplo del crecimiento de Jesús en huma-nidad y en la experiencia humana de la religiosidad. Jesús vuelve con José y María a Nazaret, estaba bajo su autoridad e iba creciendo ante Dios y ante los hombres.

Confiado a la responsabilidad de sus padres y, guiado por su autoridad, Jesús iba creciendo entre la obediencia y la progresiva autonomía hasta la adulta libertad y entrega al amor. En los rasgos humanos de Jesús, tan vivamente adornados de bondad y de virtud,  se ponen de manifiesto el ejercicio de libertad por parte de Jesús configurando su carácter y el ejemplo y cuidado de sus padres para dejar en El la semilla necesaria con la que luego pudiera vivir su misión de Buena Noticia de Amor de Dios a los hombres.

Así también la familia cristiana está llamada al cuidado de la educación de sus hijos. En ella reciben los hijos la educación humana en que descubran la autonomía de una libertad que se orienta al bien y de una vida orientada por la vocación al amor. Es misión de la familia cristiana iniciar en la experiencia fundamental del ser amados. Y a partir de esa experiencia ir guiando progresivamente para que cada uno descubra su personal camino hacia el bien y el amor y adquieran las virtudes que formen su carácter e inclinen permanentemente su libertad a la bondad.

Es igualmente misión de la familia cristiana y tarea insustituible de los padres la educación en la fe. Son ellos los primeros transmisores de la fe, son los custodios del crecimiento de la vida recibida en el bautismo. Con el ejemplo, con la oración, con la palabra oportuna y la reflexión en los acontecimientos de la vida, con la participación en los sacramentos, con la colaboración activa en la formación religiosa de las parroquias y colegios.

Que la Sagrada Familia guíe a las familias cristianas. Que los padres no renuncien a su derecho y deber de educadores cuando cualquier otra instancia social quiera suplantarlos en esta misión. Que reciban de la sociedad, de la Iglesia toda la ayuda que necesiten. Que puedan alegrarse de que, como Jesús, los hijos crecen en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.

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