viernes, 23 de octubre de 2009

PLASENCIA, POR LA VIDA



Hace muy pocos días hemos vivido un acontecimiento extraordinario, con gran repercusión en los medios: la gran concentración celebrada en Madrid el pasado 17 de Octubre. Es difícil albergar esperanza de que tal demostración de sensibilidad por LA VIDA, LA MUJER Y LA MATERNIDAD, haga mella en la cerrazón del estrato que gobierna y que evidencia no sólo una deriva fuerte hacia lo que Juan Pablo II llamó una “cultura de la muerte”, sino también una gran distancia del sentir del pueblo español. Pero es muy alentador comprobar que la sociedad es capaz de responder y que muy poquito a poco las cosas van cambiando.
Es tan enorme el salto que se quiere imponer a la conciencia social desde la realidad trágica del aborto hasta la consideración del mismo como un “derecho”, que la sociedad española ha dicho basta. En verdad, lo viene diciendo ya desde años en los que no han dejado de florecer asociaciones e instituciones que trabajan sin descanso para evitar que esa mentalidad anti-vida se extienda en la sociedad, sino también para mostrar y hacer posibles alternativas al aborto que, si otra fuera la voluntad política, hace tiempo que se apoyaría, darían a conocer y podrían haber sido establecidas con normalidad en nuestra sociedad.

Fue un acontecimiento vivido con entusiasmo, con mucha presencia joven, sin estridencias ni malos modos, en un ambiente alegre y festivo, que a los que estuvimos presentes difícilmente se nos borrará de la memoria. Aunque lo más valioso sin duda es la sensación de que se ha invertido el sentido de la conciencia social hacia la dignidad y derechos del no nacido y la necesidad de protección y ayuda a las madres embarazadas.

La diócesis de Plasencia se hizo presente en la manifestación tanto por las personas que acudieron desde distintos puntos de salida de la región extremeña en autobús, como con desplazamientos privados, como con el autobús que salió desde la misma ciudad sede. Salimos a una hora temprana, porque Madrid y el día mismo se anticipaban apretados, y todo el viaje discurrió del mejor modo que cabía esperar. Regresamos acumulando hondas sensaciones en nuestro interior y la satisfacción de haber sido partícipes y protagonistas de una esperanzadora noticia y haber salido de casa para una causa que merece todo nuestro esfuerzo y empeño, también en la vida ordinaria de cada día. Sí a la vida.

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