domingo, 24 de octubre de 2010

Carta Pastoral: PARA UNA DIÓCESIS CON ALMA Y ROSTRO

El obispo de nuestra diócesis ha escrito una carta pastoral, para compartir con nosotros "una mirada a nuestra diócesis". Es esa mirada que corresponde a cualquiera que sienta su misión evangelizadora, y que comparte este espacio dedicado a la familia cristiana de la diócesis de Plasencia.  Dice D. Amadeo que es "el fruto, espero que hilvanado y coherente, de mi oración, de mi estudio, de mi reflexión y de mi capacidad de poner por escrito las cosas que llevo en la mente y en el corazón". Así, nos parece, sin duda.  Y que "al escribirla me mueve el deseo de acercaros el corazón amoroso de Jesucristo".

Ante ella, nos alegramos y  se lo agradecemos. Y dirigimos nuestra oración al Señor para darle gracias por su cuidado de la  Iglesia diocesana y para que siga fecundando la labor que sus hijos prosiguen en esta tierra.

En este curso pastoral, de revisión y programación, bien merece comenzar por la reflexión a que nos lleva el pastor, que siente "la responsabilidad de recordar y actualizar el rumbo de nuestra diócesis". Por eso incluimos aquí la invitación a leerla detenidamente (haciendo "clic" en el  título de la carta se accede al documento colgado en la página web de la diócesis).
              Los ojos fijos en el Señor
              PARA UNA DIÓCESIS CON ALMA Y ROSTRO


Y nos fijamos de modo especial en los párrafos que dedica a la evangelización de la familia cristiana, incluidos en el capítulo IV.  Ámbitos que necesitan un nuevo impulso, que transcribimos:

La pastoral familiar ocupaba en el Plan Pastoral que acabamos de cerrar una presencia fundamental. Por eso y porque la familia será un tema transversal permanente de nuestra acción pastoral, quiero aludir de un modo especial a la pastoral de la familia. La familia es tan nuclear en la sociedad y en la Iglesia que todo ha de hacerse en ella y con ella. De ahí que sea necesaria una pastoral dirigida a la familia, que la ayude y la acompañe en el desarrollo de su propia identidad y en la misión que necesariamente ha de asumir. Y esto con independencia de que se establezcan contactos con las familias con ocasión de diversas acciones pastorales. Es necesaria, pues, una evangelización de la familia en sí misma. Se necesita una pastoral familiar directa y creativa que esté cerca de la vida de las iglesias domésticas. Hay que evangelizar a las familias, hay que ofrecerles íntegro y sin rebajas el  evangelio del amor y de la vida. Aunque ya se ha dicho en otro lugar, siempre será una ocasión propicia el acompañamiento que hagamos de la familia en su responsabilidad en la educación humana y cristiana de los hijos.

 La atención pastoral a la familia no puede olvidar los muchos problemas que en este momento le afectan. La pastoral concreta de nuestras parroquias se encuentra permanentemente con situaciones que necesitan de nuestra ayuda; especialmente ante las familias rotas y desestructuradas, a las que tenemos que acoger y atender. Sean cuales sean las causas de los problemas de las familias, la Iglesia ha de tener siempre hacia ellas una actitud de ayuda y cercanía. De todos es sabido que la familia, al ser la célula fundamental de la sociedad, es también el recipiente que recoge todos los problemas morales, económicos, jurídicos y religiosos que la sociedad actual está generando. Con independencia de cuál haya de ser nuestra firme actitud ante los modelos y opciones de familia actuales, las parroquias han de ser casas abiertas para todos,  en las que se pueda encontrar un poco de luz y de esperanza; aunque nunca hemos de ocultarle la verdad del modelo de familia cristiana que la Iglesia propone a los cristianos y a cuantos quieran vivir desde nuestras opciones morales.

También las familias padecen hoy, con una especial intensidad, los problemas de nuestra sociedad, sobre todo los económicos y laborales. Hoy hay muchas familias que padecen el paro de sus miembros, especialmente de los más jóvenes. Se puede decir con certeza que son muchas las familias que hoy están en situación de pobreza. Hay que añadir también en los problemas familiares, los derivados de las nuevas pobrezas de nuestra sociedad actual, como es, por ejemplo, la droga, que se ha convertido en una fuente permanente de sufrimiento para muchos padres y madres. Todos han de sentir el amor pastoral de la Iglesia. Se podría decir que muchas familias, por unas razones o por otras, se encuentran entre aquellos por los que Jesús dice: “los pobres son evangelizados”. Pues bien, evangelicemos a la familia; sin olvidar que, para evangelizar a la familia, hemos también de defenderlas de los ataques jurídicos que están padeciendo. En cualquier caso, hagamos siempre propuestas positivas, a la luz de la doctrina de la Iglesia, a favor de la familia, del matrimonio y de la vida.

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