lunes, 27 de diciembre de 2010

LOS NIÑOS TIENEN NECESIDAD DEL AMOR DEL PADRE Y DE LA MADRE


Recogemos las palabras del Santo Padre Benedicto XVI, pronunciadas en el Vaticano en el día de ayer, Fiesta de la Sagrada Familia, en la alocución previa al rezo del Ángelus. Algunos medios se han hecho eco de sus palabras: “De esto tienen necesidad los niños, del amor del padre y de la madre”.

El evangelio de San Lucas cuenta que los pastores de Belén, después de recibir  del ángel el anuncio del nacimiento del Mesías “fueron de prisa y encontraron a María, a José y al  niño acostado en el pesebre” (2,16). A los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús, se les presentó la escena de una familia: madre, padre, y recién nacido. Por eso la Liturgia nos hace celebrar, en el primer domingo después de Navidad, la Fiesta de la Sagrada Familia, que este año prevalece sobre la fiesta de san Esteban, y que nos invita a contemplar esta imagen en la que el pequeño Jesús aparece en el centro del afecto y la premura de sus padres.

En la pobre cueva de Belén -escriben los padres de la Iglesia-,  brilla una luz vivísima, reflejo del profundo misterio que rodea a aquel Niño, y que María y José custodian en su corazón y dejan transparentar en su mirada, en los gestos, sobre todo en el silencio. . Ellos conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: “Aquel que nacerá será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,35).

El nacimiento de cada hijo trae consigo algo de este misterio! Lo saben bien los padres que lo reciben como un regalo y que, con frecuencia, así lo expresan. A todos nos ha sucedido oír hablar a un padre o una madre y decir: “este niño es un don, es un milagro". En efecto,  los seres humanos viven la procreación no como un simple acto reproductivo, sino que perciben la riqueza, intuyen que toda criatura humana que nace en la tierra es el "signo" por excelencia del Creador y Padre que está en los cielos.

¡Qué importante,  entonces, que cada niño que viene al mundo, sea acogido en el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús ha nacido en un establo y como primera cuna ha tenido un pesebre, pero el amor de María y José le ha hecho sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto tienen necesidad los niños: del amor del padre y de la madre.

Es esto lo que da seguridad a los pequeños y que, en su crecimiento, les permite descubrir el significado de la vida. La Sagrada Familia de Nazaret atravesó muchas dificultades, como aquélla –recordada en el Evangelio de San Mateo-  de la "matanza de los Inocentes", que obligó a María y a José emigrar a Egipto (cfr. 2,13-23). Pero, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y proporcionaron a Jesús una infancia serena y una sólida educación.

Queridos amigos,  la Sagrada Familia es sin duda única e irrepetible, pero al mismo tiempo es "modelo de vida" para cada familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y al hacerlo así la ha bendecido y consagrado. Encomendamos por tanto, a la Virgen María y San José, todas las familias, para que no se desanimen ante las pruebas y las dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación.

Después del rezo del Ángelus, Benedicto XVI ha saludado en diversos idiomas. En español, dijo esto:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que participan en esta oración mariana. En la fiesta de la Sagrada Familia, contemplamos el misterio del Hijo de Dios que vino al mundo rodeado del afecto de María y de José. Invito a las familias cristianas a mirar con confianza el hogar de Nazaret, cuyo ejemplo de vida y comunión nos alienta a afrontar las preocupaciones y necesidades domésticas con profundo amor y recíproca comprensión. A vosotros y a vuestras familias os reitero mi cordial felicitación en estas fiestas de Navidad. Que Dios os bendiga siempre. 

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