martes, 26 de marzo de 2013

Elección del PAPA FRANCISCO


Desde este rincón de la Iglesia de España, desde la diócesis de Plasencia, desde el Secretariado de Pastoral Familiar, nos unimos a la alegría de la  Iglesia universal por la elección del Papa Francisco. Con esta gran noticia, que llevamos disfrutando varios días, retomamos la actividad de este espacio. Desde aquí, nuestro

AGRADECIMIENTO: A Dios,   al Espíritu, al Hijo cuyo misterio de entrega amorosa celebramos en esta Semana Santa recién iniciada. La Iglesia está al servicio del Reino de Dios. Él la guía y se ha comprometido acompañarla hasta el final de los tiempos. A nosotros nos toca descubrir nuestra misión y poner esfuerzo y vida para darle respuesta en fidelidad. Siempre con la confianza de esa acción divina, tantas veces opaca a nuestro corto entender, pero siempre presente. Como en esta elección que ha resultado en sorpresa tan agradable.

SATISFACCIÓN: Porque amamos a la Iglesia, amamos y trabajamos en su misión, y esta elección alienta nuestra esperanza. El plan de salvación de Dios prosigue en medio de la tempestad de la increencia, la secularización e incluso la persecución. Después del impacto de la renuncia de Benedicto XVI, el “Señor ha estado grande con nosotros”. Realmente sus planes no son nuestros planes. Ni su mirada es nuestra mirada. Si confiamos en nuestras fuerzas, flaqueamos y desfallecemos. Hasta que Él se hace presente y exclamamos: “no ardía nuestro corazón…”

ILUSIÓN: No irreal, sino fundada en los muchos gestos y comprometidas palabras que el Papa Francisco ha desplegado. Gestos de humildad, de cariñosa cercanía, de austeridad y pobreza, de compromiso evangélico… Palabras de gran claridad, espiritualidad y ánimo apostólico:  de cruz, de nueva evangelización, de confesión y testimonio, de ternura y alegría, etc…Como ha manifestado hoy el cardenal Jaime Ortega al dar a conocer, con permiso del Papa, palabras de éste en el cónclave: Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.  

Recemos mucho por él y la fecundidad de su misión.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario