Desde este rincón de la Iglesia
de España, desde la diócesis de Plasencia, desde el Secretariado de Pastoral
Familiar, nos unimos a la alegría de la Iglesia universal por la elección del Papa
Francisco. Con esta gran noticia, que llevamos disfrutando varios días,
retomamos la actividad de este espacio. Desde aquí, nuestro
AGRADECIMIENTO: A Dios, al Espíritu,
al Hijo cuyo misterio de entrega amorosa celebramos en esta Semana Santa recién
iniciada. La Iglesia está al servicio del Reino de Dios. Él la guía y se ha
comprometido acompañarla hasta el final de los tiempos. A nosotros nos toca
descubrir nuestra misión y poner esfuerzo y vida para darle respuesta en fidelidad.
Siempre con la confianza de esa acción divina, tantas veces opaca a nuestro corto
entender, pero siempre presente. Como en esta elección que ha resultado en
sorpresa tan agradable.
SATISFACCIÓN: Porque amamos a la
Iglesia, amamos y trabajamos en su misión, y esta elección alienta nuestra
esperanza. El plan de salvación de Dios prosigue en medio de la tempestad de la
increencia, la secularización e incluso la persecución. Después del impacto de
la renuncia de Benedicto XVI, el “Señor ha estado grande con nosotros”.
Realmente sus planes no son nuestros planes. Ni su mirada es nuestra mirada. Si
confiamos en nuestras fuerzas, flaqueamos y desfallecemos. Hasta que Él se hace
presente y exclamamos: “no ardía nuestro corazón…”
ILUSIÓN: No irreal, sino fundada
en los muchos gestos y comprometidas palabras que el Papa Francisco ha
desplegado. Gestos de humildad, de cariñosa cercanía, de austeridad y pobreza,
de compromiso evangélico… Palabras de gran claridad, espiritualidad y ánimo apostólico:
de cruz, de nueva evangelización, de
confesión y testimonio, de ternura y alegría, etc…Como ha manifestado hoy el
cardenal Jaime Ortega al dar a conocer, con permiso del Papa, palabras de éste
en el cónclave: Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la
Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí
misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las
periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la
injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del
pensamiento, las de toda miseria.
Recemos mucho por él y la
fecundidad de su misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario